Bromas con el empleo, no

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Zapatero en la reunión del G-20 se atrevió a dar lecciones de cómo crear empleo a las economías más avanzadas del mundo. 

Lo menos que se le puede pedir a un gobernante es un mínimo sentido de la prudencia, una virtud que como decía Baltasar Gracián, evita muchos disgustos. Pero los hay, como José Luis Rodríguez Zapatero, que no aprenden. Ayer mismo, el presidente del Gobierno, en una cumbre empresarial organizada en Seúl previa a la reunión del G-20, se atrevió a dar lecciones de cómo crear empleo a las economías más avanzadas del mundo cuando es el máximo responsable de que España ostente el título de campeón del desempleo con una tasa de paro del 20%, la más alta de la zona euro y de la OCDE.

El presidente del Ejecutivo, en un nuevo alarde de irresponsable optimismo, aseguró que el sector de las energías renovables, el transporte, la edificación sostenible y la ecoindustria tienen en España potencial de crecimiento suficiente para crear hasta un millón de puestos de trabajo en los próximos 10 años. Un titular para incautos, pero una broma de muy mal gusto para los 4,6 millones de parados de este país. Zapatero no sólo se mofa de una situación trágica para muchas familias, sino que miente cuando lanza el mensaje a los asistentes a la cumbre de que “la economía verde representa un gran potencial de futuro para la generación de empleo, para el avance tecnológico y para la competitividad de las economías”.

Una burda mentira. En primer lugar, porque las energías renovables son las más caras y tendrían un efecto negativo sobre la competitividad de la economía. En segundo, y no menos importante, porque el impulso a las energías renovables depende, en gran medida, de las subvenciones y ayudas públicas que recibe el sector, sufragadas con el dinero de todos los contribuyentes. En concreto, entre 2000 y 2008, el Gobierno español comprometió un total de 28.671 millones de euros en subsidios públicos al fomento de energías renovables.

Dicho de otra manera, cada empleo verde ha necesitado subvenciones por valor de 571.138 euros y, según el Estudio de los Efectos del Apoyo Público a las Energías Renovables sobre el Empleo, elaborado por la Universidad Rey Juan Carlos en colaboración con el Instituto Juan de Mariana, ha destruido un promedio de 2,2 empleos en el resto de la economía. Así, si prosperase la propuesta del presidente, supondría la destrucción de 2,2 millones de empleos en sectores productivos o 220.000 empleos anuales durante ese periodo.

Todo está inventado, y para crear empleo sólo hace falta –y no es poco– que la economía crezca a un ritmo de entre el 1,5 y el 2%. Y, para que esto ocurra, primero hay que recuperar los niveles de confianza anteriores a la crisis, y esto se hace cogiendo el toro por los cuernos y no con medidas tibias como la reforma laboral. El mayor problema de la economía española es la competitividad y, para que ésta mejore, habría que atacar los costes de producción, y no sólo los laborales, sino los energéticos también, y éstos no se mejoran ni con subvenciones ni con energías renovables, que son las más caras, sino mediante un pacto energético que apueste con firmeza por la energía nuclear.

Otra medida de estímulo sería la reducción del impuesto de sociedades y de los costes sociales –Seguridad Social de la Empresa–, además de nuevas medidas que incentiven la creación de empleo y algunas reformas del mercado laboral aún pendientes. Probablemente, lo menos importante sea el abaratamiento del despido. La tragedia del paro requiere firmeza y decisión, no medias tintas ni, mucho menos, bromas como las que se gasta el irresponsable de Zapatero. Así sólo se consigue, como ya ha ocurrido, volver a la desconfianza con el efecto destructivo y desmoralizador que supone para la deuda, el empleo y la economía en su conjunto.

NOTICIA DE «LA GACETA»

 

 

 

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