Cómo convertir tu pasión en una profesión con la que ganar dinero

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Saber cuáles son exactamente tus talentos y desarrollarlos permite dar a cada uno la mejor versión de sí mismo.

La mejor manera de identificar los talentos es detectar aquello “que te genera entusiasmo, aquello que te estimula y que te hace perder la noción del tiempo, aquello que haces sin esfuerzo, de manera natural y que harías incluso sin cobrar”, resume Luis Alberto Santos, responsable de Talentoycoaching. Pero no se trata de trabajar por amor al arte, sino de convertir esa pasión en una actividad remunerada, en una profesión.

Para ello es necesaria la intervención de 3 factores que, en opinión del coach, son los siguientes: que ese talento lo sientas desde la infancia, es decir, que sea innato, comprometerse en con él al objeto de convertirlo en disciplina y sacar el máximo potencial y, por último, procurar el contexto adecuado para que esa capacidad salga a la luz en lugar de ser enterrada por el mero hecho de que te parece demasiado fácil.

El mayor obstáculo que surge cuando se quiere convertir un talento innato en profesión somos nosotros mismos. Bien porque el desarrollo de esa actividad nos resulta tan fácil y entretenida que no le concedemos valor, bien por todo lo contrario, por tener demasiado idealizados a quienes la practican y nos sentimos incapaces de alcanzar sus cuotas de brillantez. Entran en esta última lo que se conoce como ideas limitantes del tipo “no puedo”, “soy torpe”, “de esto no se puede vivir”…Dando la vuelta a todos estos pensamientos y transformando las ideas limitantes en potenciadores es posible iniciar esa transformación.

Transformar las ideas limitantes en potenciadores

Según Luis Alberto Santos, 8 son los pasos que deben darse para aprovechar un talento y convertirlo en profesión. Son los siguientes:

1. Identifica qué dones y habilidades tienes, qué haces con facilidad que a otros les cuesta más trabajo y tú haces con entusiasmo

2. Una vez identificado, empápate (más, si cabe) de ese tema.

3. Investiga y localiza a otras personas que ya se estén dedicando profesionalmente a aquello que te apasiona, y si no puedes preguntarles personalmente cómo lo hacen, obsérvales y “copia” sus pasos.

4. Rodéate de personas que les apasione lo mismo que a ti, que tengan el mismo nivel de entusiasmo que tú, comparte tus ideas, pregunta dudas e intercambiad opiniones.

5. Acude a menudo a lugares donde hablen de tus temas preferidos relacionados con esa actividad en la que destacas.

6. Una vez sientas que eso que te apasiona lo quieres llevar al siguiente nivel y ofrecerlo al mundo, busca la manera de satisfacer una necesidad a las personas. Recuerda que un talento debe ser de utilidad a otras personas.

7. Aprende técnicas de marketing para dar a conocer cómo tu talento es la solución a un problema concreto  de un cierto número de personas.

8. Aprende a vender, ya que vender es servir. Tu talento ayudará a muchas personas a mejorar sus vidas, por lo tanto ¿Por qué ibas a privarles de ello?

Hay una leyenda urbana que dice que los humanos sólo usamos el 10% de nuestro cerebro. Si esto fuera así, tendríamos un 90% de potencial que no llegamos a utilizar. Toma nota de las claves que nos da Joaquín Lorente en su bestseller Tú puedes (Planeta) para sacar el máximo partido a la zona gris de tu cabeza.

El éxito es el primer objetivo –confeso o no– de una persona con espíritu emprendedor. Y lograrlo dependerá, en parte, de la habilidad para satisfacer demandas no cubiertas. “Todo aquel que quiera permanecer, debe concebir su oferta desde una única visión: aportar un bien deseable que quienes lo reciban no quieran perder ni sustituir por otro” explica Joaquín Lorente.

Pero, ¡ojo!, esto se deberá hacer en el instante oportuno. Una teoría aplicable a cualquier parcela de la vida. “No le des más comida al saciado. No le propongas un nuevo amor al enamorado. No le hables de nuevas eternidades al creyente convencido. No es el momento”. Piensa Lorente que, gracias a este razonamiento, se han generado las grandes conquistas en las relaciones personales, sociales, políticas y, “por supuesto”, en las comerciales. A partir de aquí, la clave estará en “saber llenar un vacío en el momento sensible”.

Tal meta será inalcanzable si no se despliega entusiasmo y máxima implicación. El autor parte de la base de que los conocimientos adquiridos con los años sirven, “en el mejor de los casos”, para conseguir el 49% de los objetivos. El 51% restante depende de la actitud que uno exhiba al potenciar su figura, relacionarse con el entorno o compartir su interés por la actividad que desarrolla. Se trata de mostrar pasión y de hacerla partícipe.

Llegados a este punto, Lorente echa en falta que las Universidades se limiten a difundir conocimientos, mientras prescinden, “cuando no desprecian”, la transmisión de actitudes. “Hay decenas de carreras universitarias, cada una con decenas de catedráticos y profesores impartiendo decenas de materias. Pero aquella que favorecerá el 51% del éxito en la vida, se ignora”. No extraña, entonces, que el título de este capítulo sea ¿Cuándo habrá catedráticos de pasión?

“La sana ambición no sólo hay que desearla. Ante determinados sueños o necesidades, hay que generarla en uno mismo y excitarla en nuestros compañeros de viaje”, opina Joaquín Lorente. Esta cualidad, utilizada como alimentador de energía, nos hace dar lo mejor de cada uno”. Nos encontramos ante una de las llaves que, junto a la pasión y el conocimiento, hacen que el camino emprendedor resulte menos tortuoso.

Ahora bien, este empuje debe ser proporcional a las capacidades personales. De lo contrario, corremos el riesgo de superar nuestros límites, con consecuencias nefastas. El remedio a esto pasa por medir, de forma óptima, nuestro apetito emprendedor. “La dosificación es detectar cuándo la ambición alcanza un nivel de exceso que entra en el agujero negro de lo inalcanzable, porque además de destruir a uno mismo, aplasta el respeto de quienes nos ayudan y confían en nosotros”.

Noticia extraída de: emprendedores.es